viernes, 20 de agosto de 2010

LA ODISEA SILENCIOSA



“Los Resistentes”, de Alejandro Fernández Mouján. Argentina, 2008.

Por Eduardo Chinaski

Los Resistentes, dirigido por Alejandro Fernández Mouján, reconstruye la lucha clandestina de los militantes peronistas, explorando la historia del movimiento justicialista a través de los testimonios de los hombres y mujeres que participaron en la “Resistencia Peronista”, luego de los bombardeos de las Fuerzas Armadas contra la Casa Rosada y la Plaza de Mayo el 16 de junio de 1955 y del golpe militar del 16 de septiembre de 1955 que derrocó al gobierno encabezado por Juan Domingo Perón. Luego de la premiada “Pulqui, un instante en la patria de la felicidad”, (2007), Mouján se centra ahora en gente común, obreros en su mayoría, registrando testimonios de ex integrantes de la Resistencia en las provincias de Buenos Aires, La Pampa, Tucumán y Córdoba. Los militantes, hoy con más de 70 años, recuerdan su lucha clandestina contra la “Revolución Libertadora” de 1955 –rebautizada como “La Fusiladora”- y se reivindican aún como Resistentes. La brutalidad del golpe contra Perón y el dramático retroceso de las conquistas sociales logradas durante su mandato, impulsan a trabajadores y gente del pueblo a un heroísmo anónimo, horizontal. Allí nace la silenciosa odisea de la Resistencia, una lucha clandestina contra la sangrienta dictadura encabezada, como se sabe, por Aramburu y Rojas.
A falta de un registro oficial sobre la historia de la Resistencia, Fernández Mouján despliega un abanico de voces y rostros donde esas presencias fantasmales se vuelven corpóreas, hilando y exponiendo sus actos de insumisión cívica, ejercicios de conciencia práctica, de pública reflexión. Y estas múltiples Resistencias son como poemas que combinan el compromiso, el señalamiento y la denuncia de las heridas y opresiones de nuestro tiempo, haciendo a partir de la palabra un acto de cuestionamiento de la realidad.
La lucha épica y aparentemente mínima de la Resistencia se asemeja a tratar de vivir mereciendo nuestras ansias; vivir poéticamente, dejarse arrastrar por la aventura de lo que no está hecho, de lo que todavía no se sabe. Todo acto de discurso parte de unas premisas, de un marco, de unas circunstancias históricas y vitales, de unas intenciones. Entonces, la pregunta que subyace en el excelente documental de Mouján es: ¿cómo encontrar una comunicación transformadora? Tal vez haciendo soñar largamente a quienes por lo general no sueñan, o sumergiendo en el presente a aquellos en cuyo espíritu sólo prevalecen las utopías perdidas. Aprendiendo la solidaridad de la única manera posible: con otros, junto a otros. Para ello, dice Foucault, “Crear y recrear, transformar la situación, participar activamente en el proceso: eso es resistir”.
El documental de resistencia –de alguna manera éste lo es- no está al servicio de nadie, de ninguna idea o entidad, respira desde una herida abierta que llamamos conciencia. Es una manera de señalar, con un vistazo, múltiples vuelos, un puñado de inquietudes diversas que aprenden de sus diferencias, y que saben que lo que realmente importa es lo que les une, lo que es raíz y es savia. Lógicamente, queda mucho por hacer, muchas preguntas flotando para el debate. ¿Quién quiere jugar a nombrar y desnombrar todo de nuevo, preguntando por qué? ¿Quién quiere apostar por la ternura y sus violencias, por la confrontación que pone la comprensión como factor en juego, a la búsqueda? ¿Quién quiere tantear sus límites, abrazar sus dudas, abrir los ojos al conflicto y a su desgarro, en la respiración de un fragmento de vida, en su horizonte, en su llama?
El film, entonces, se muestra como proceso abierto, en construcción, mostrando su propio acto de recortar, un relato haciéndose a la vista de todos. Escribir y filmar para entender el mundo, dejando que el relato fluya y permita por sí mismo asomar sus tentativas; que evidencie naturalmente el conflicto en un mundo que tantas veces se nos quiere presentar como terminado e inamovible. Por último, el documental Los Resistentes descansa sólidamente en la confianza en la utilidad de las palabras y los hechos para negar los tendenciosos discursos que hacen imperar la dominación, y construir así fisuras, apenas posibilidades, dudas, indefiniciones que permitan la interrogación y la reflexión; un latido de otros mundos posibles. Los hombres y mujeres que participaron de la Resistencia practican pues un conflictivo y violento diálogo con/contra la capacidad devoradora de sentido y verdad que tienen las ideas y los nombres que sustituyen a la experiencia y la materia, enmascarándolas. Fernández Mouján, en un ejemplo de pensamiento crítico, nos recuerda sobre todas las cosas, que lo más importante que tenemos es nuestra memoria.