DE ROBERT BRESSON.
Por Eduardo Chinasky.
Nada sucede en el mundo.
Y el hombre ciñe todavía la fuga en sus alas
de metal y grita pasión y disonancia.
No nos falta sangre desde la eternidad;
con la cabeza desnuda y le ojo de sal.
Pero nada sucede.
Y no está mustia todavía
la crónica escrita
en los muros de una cárcel
de un lugar y tiempo ya lejano.
Nada sucede, nunca.
Apenas una huida
en una fría noche de invierno,
elíptica respuesta a una pregunta
de naturaleza y angustia,
que centellea sobre un número infinito;
el primero de un camino luminoso
que se incrusta en el más allá.
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