Criaturas de la noche. Dirigida por Thomas Alfredsson. Con Kare Hedebrant y Lina Lendersson. Suecia, 2008.

Tiene 12 años. O eso dice. Pero uno sospecha que son más. Que en realidad son pesados siglos de soledad los que carga esa mirada.

Tiene 12 años. O eso dice. Pero parecen menos. Todavía juega con autitos, a los soldaditos, el sexo opuesto es una incógnita. Pero su pureza virginal es como un cuenco vacío en el que cabe todo, lo posible y lo imposible.
Luz blanca de un diamante negro. El mito vampírico desmontado desde adentro, desde su misma matriz. La oscuridad transmutada en blancura enceguecedora. La ternura de la crueldad. El amor efímero y el amor eterno, tendiénose la mano, desde las orillas ¿opuestas? de la vida y de la muerte. La historia de Oskar, el protagonista del film, no podía estar más servida para un relato de vampiros: solitario, huraño, cobarde, navega como (no)puede por esa tierra de nadie que es el paso de la pubertad a la adolescencia. No se es ya niño, no se es todavía adulto. La disociación con el entorno es máxima. Como si fuera poco, la vecinita de al lado (la chica que porta esos ojazos que se ven aquí arriba) lo tiene loco de amor. Pero no es una chica cualquiera: en realidad es una feroz vampira que -según ella- tiene “doce años desde hace muchísimo tiempo”. Y todas las noches sale a cazar a sus presas para alimentarse. Criaturas...es un relato de iniciación, valor y solidaridad entre los que ya no tienen nada que esperar. Amor puro, amor casto, amor desencarnado.
El film de Alfredsson -que toma el mito vampírico para subvertirlo desde adentro y arribar a un territorio inesperado- se despliega como un falso juego de espejos: la vampira Eli no es sólo la imagen especular de Oskar y sus pulsiones (sed de sangre, impulso de venganza, reprimidos por la civilización), sino una verdadera proyección de la la personalidad del niño, su brazo ejecutor. Los dos forman una sola entidad dividida en dos cuerpos, una sola mente operando a ambos lados de la leyenda.
El sexo como herida: en un brevísimo plano, Oskar ve a Eli desnuda. Donde debería estar la vagina hay una horrible cicatriz: la ambigua Eli parece castrada/o, o algo aún peor. Esto le impide consumar el coito, pero no dormir desnuda al lado de su amado en la misma cama. Nunca -jamás-harán el amor. Pero este aparente obstáculo no detiene el fuego amoroso, lo potencia. Desenterrado de la basta cotidianeidad, será puesto a transitar por la senda de la eternidad. Y por allí caminarán los dos, amándose por siempre, aún cuando nosotros nos hayamos ido.
"Tengo que irme y vivir, o quedarme y morir. Tuya. Eli."
Esos ojos inolvidables, reflejos expresivos de un dolor de siglos. Cuento de hadas salvaje, relato infantil macabro -a fin de cuentas, todos lo son-, Criatura de la noche es un canto de amor al cine y a las leyendas inmortales al mismo tiempo. Y no podría ser de otra forma, pues toda narración de vampiros es y será siempre un poema de amor.
GARMAARNA (FOLKLORE SUECO). CANCIÓN "HERR MANNELÏG"