domingo, 20 de septiembre de 2009

Proyecto de Película Erótica.El Baño. (Ingres).




Las mozas se bañaban desnudas y transidas,
a sus cuellos de garzas sus cuerpos circulares,
y las gotas de agua,amantes suicidas,
iban desde el cabello a los negros lunares.

En las piedras calientes se vertía la menta.
Los senos,como peras,las nalgas,abultadas,
aquello era una guerra para nada cruenta
de marmóricas ciervas con la carne perlada.

A las esfinges rosas la mulata ponía
de su mano africana el masaje lascivo.
Y la muchacha aquella de la fuente vertía
el agua perfumada y la rama de olivo.

Reposaban triangulares los tupidos
pubis, selvas obscuras donde reside el placer.
Las muchachas tenían los cuerpos esculpidos.
Las curvas sensuales de la diosa mujer.

Tres muchachos miraban por un agujerito.
La calentura abría sudores en las frentes.
Oh pura excitación,paraí so maldito
que abrasa con las llamas de promesas yacentes.

Las húmedas toallas de fucsia y esmeralda,
los gorros que ocultan las rubias cabelleras,
los azulejos que ponen frialdad a la espalda,
y las grandes magnolias en las curvas de cera.

Artefacto de agua la terma deliciosa
manaba en manantiales su espléndido calor,
las mozas eran bellas,tan bellas son las mozas
como pudiera serlo el vuelo de un azor.

Curva el muslo grande y la selva del pubis,
son las veinte gacelas,Afroditas, Selenes.
Una estatua de Isis en frente de un Anubis
contemplaba las diosas de los cuerpos de nieve.

Una mano en un pecho ocultaba un pezón
como si una rama de almendro florecida
ocultara la luna,y en una vibración
sonaba el arpa débil su música ofrecida.

Los tres mozos miraban el jardín de las persas.
Las manos se tocaban los sexos oprimiendo.
Tres lobos sonreían frente a las veinte ciervas.
Veinte Betsabés locas y tres Davides ebrios.

Por pasar los muchachos el tiempo en carcajada
buscaron las ánforas de las culebras vivas,
las largas culebras de cabezas tatuadas,
con sus cuerpos tan largos,las culebras cautivas.

Por la acequia que lleva el agua a las mujeres
los muchachos vertieron las sierpes de los miedos
y éstas se deslizaron sobre las diosas Cibeles
igual que se desliza sobre la seda un dedo.

Inocentes las rosas en la alberca divina
se vieron invadidas por Satán en serpientes.
Oh los gritos de plata,gargantas argentinas,
y al borde de la histeria las gacelas dementes.

Los muchachos reían ,los cuerpos admiraban,
las mozuelas lloraban,las sierpes imponían
su reptar en el agua que se desesperaba
en el mármol precioso de penumbra y umbría.

Veinte estatuas blancas,una estatua negra,
y treinta serpientes reptando su temblor,
los muchachos reían,y la voz de una vieja
mandó callarlo todo,y todo silenció.

Francisco Antonio Ruiz Caballero.

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